Además de mi trabajo habitual en el mundo IT, ejerzo de profesor vocacional en grados superiores de Formación Profesional. Comencé durante la pandemia y he vuelto a retomar la actividad docente este mismo año. La enseñanza es tremendamente satisfactoria y, además, me permite estar en contacto con la realidad y las preocupaciones de una franja de edad que por otra parte me resulta muy ajena. Ser profesor de Formación Profesional exige mantenerte actualizado con respecto a la realidad del mercado laboral. Las típicas clases magistrales se quedan cortas para transmitir información a un alumnado que está mucho más atento a lo que le va a resultar útil a la vuelta de la esquina de su vida que a la teoría habitual en la ESO. La más importante de las reformas que se han implantado en la FP es sin duda el enfoque dual, que potencia la colaboración con la empresa. El objetivo es suavizar la incorporación al mercado laboral, una brecha que resulta difícil de vencer.

Este ha sido el primer año en el que, además de hablar de la IA en las clases, he podido utilizarla para prepararlas. A medida que avanza el año encuentro más fascinante todas las posibilidades que ofrece una herramienta como ChatGPT a los profesores, y como puede redefinir, en ciertos aspectos, la estructura de las clases. Realizar un esfuerzo enorme para perseguir su uso, en lugar de regularlo y promoverlo correctamente, sería demostrar una estrechez de miras preocupante. Si pretendemos seguir evaluando a los estudiantes mediante formas donde se prima más la adquisición de contenido que la aplicación del conocimiento, persistirá el problema tanto de la comprensión lectora como de la resolución de problemas matemáticos.

Aunque me haya decantado por ChatGPT, cualquier otro motor conversacional nos puede resultar útil. Quizás OpenAI esté más avanzado en algunos aspectos adicionales como puedan ser la multimodalidad (capacidad de interpretar no solo texto, sino también imagen y audio) aunque disto de ser un experto en la materia. Estas son algunas de las ventajas y usos que he encontrado a ChatGPT durante mi experiencia como profesor este último año

  • Gran capacidad de concreción al generar apuntes de teoría. Los típicos textos que los alumnos utilizan para «hincar el codo» se pueden realizar, no solo muchísimo más rápido, sino de forma más concreta y legible.
  • Posibilidad de crear actividades mucho más ricas. Se pueden generar actividades más variadas para enriquecer las clases. La capacidad de proporcionar ideas es tal que resulta complicado no encontrar actividades o proyectos que se adapten a nuestro contexto en el aula.
  • Un aspecto sorprendente que me he encontrado ha sido la posibilidad de involucrar a los propios alumnos en la creación de ejercicios prácticos. En lugar de traer el material creado, se les puede pedir que lo creen ellos durante el trascurso de la clase, ayudando a facilitar la comprensión de los ejercicios.
  • Enriquecimiento del material audiovisual que se utiliza para la realización de trabajos prácticos. Podemos mejorar las presentaciones o cualquier otro ejercicio creando nuestro propio material, tanto fotos como animaciones o audio.

Existe una preocupación evidente por cómo va a afectar una herramienta tan potente a la capacidad de razonamiento de los jóvenes, que a partir de esta generación la van a tener a su disposición durante todo su desarrollo cognitivo. Aunque los modelos conversacionales de inteligencia artificial ofrezcan conocimiento al alcance de un par de clics no pueden ser la excusa para dejar de lado las habilidades de razonamiento, creatividad y reflexión crítica. Es necesaria una transformación de los modelos de evaluación para adaptarla al nuevo contexto tecnológico, pero la prioridad no debe ser restringir su uso sino ser capaz de enfocarlo de forma positiva. En este sentido es importante poner atención en la creación de prompts puesto que son la clave del manejo de los modelos de lenguaje.

Para los neófitos en la materia, los prompts son las frases que utilizamos para comunicarnos con la IA. La manera en la que realizamos nuestras peticiones influye notablemente en la calidad de la respuesta que obtenemos. Tanto la calidad de la información, como lo cercana que está a lo que buscamos, se relacionan directamente con el prompt que hayamos usado para comunicarnos con ChatGPT. Esta necesidad de expresarnos correctamente para obtener buenos resultados puede actuar como aliciente para que los estudiantes mejoren su expresión escrita. Frente al miedo de que los jóvenes ni lean ni piensen, nos podemos situar en un escenario donde ChatGPT funcione como herramienta para la mejora de la comunicación.

Los retos que plantean las herramientas de IA en la enseñanza ya existían, como demuestra el declive de los resultados académicos de las últimas décadas. La necesidad de renovar las formas de evaluación y las metodologías didácticas para adaptarlas a las demandas de las nuevas generaciones era algo de sobra conocido, aunque pospuesto indefinidamente. Las tasas de abandono escolar, las deficiencias en resolución de problemas y la pobre comprensión lectora son argumentos poderosos para reclamar que las nuevas herramientas de IA se incorporen a las aulas de forma eficiente. Los cambios no han de venir marcados por la tecnología, pero poco o nada va a mejorar si dejamos de lado una revolución en el acceso al conocimiento como la que supone la aparición de las aplicaciones de IA.